viernes, 2 de noviembre de 2007

Viaje al interior de Sunset, la disco donde los famosos se descontrolan


Existe un lugar en donde los famosos se convierten en fieras pecadoras y se atreven a todo con tal de ganar difusión y dinero. Es un sitio que arde de madrugada y que aturde de hits latinos, electrónica no tan buena y cumbia bolichera. Se llama Sunset, que significa puesta del sol, y lo del sol es un decir porque el sol no suele entrar allí. Pero sí las vedettes del momento, los efímeros Gran Hermano, futbolistas de toda categoría, ricos modelo ’90 y viejos medio decadentes que se resisten a tirar la toalla. Las madrugadas de Sunset, en una cortada de Olivos, a una cuadra de avenida Libertador, son el extremo de la exageración: entre ríos de Chandon, Wanda Nara es capaz de quitarse todo y destapar su humanidad para la tribuna masculina; Carlitos Nair y Robertino Tarantini corretean, copa en mano, modelos de segunda clase y no se van sin su presa; Diego Maradona presenta nuevas novias, se pelea con Paparazzis y se rompe la nariz en medio de altercados que nunca son claros; Nazarena Velez excita a todos, a hombres y mujeres por igual, y la agitación no se detiene. Sunset parece un circo romano y surrealista, un desfile de monos que no para, un cofre de sorpresas que noche tras noche dispara escándalos farándulescos clase B y alimenta a la prensa rosa con destellos poderosos de bizarrismo y locura.
Sunset es el escenario donde los mediáticos –quizás el mote resulte más adecuado que el de famosos- consiguen la prensa que no logran reunir por sus propios méritos. Hay cierto olor a fiesta menemista, a patético descontrol. Un experimentado relacionista público lo definió así: "Sunset es Nazarena y Champagne".
En el vip del boliche, Diego Maradona presentó a Verónica Ojeda, su actual pareja, cuando todavía nadie la conocía y cuando aún todos se preguntaban si se había separado definitivamente de Claudia Villafañe. Otra Maradona, Giannina, coqueteó con el futbolista Sergio Agüero y hubo arrumacos que podrían haber seguido en otro lado.
En Sunset, Pamela David conoció al basquetbolista Bruno Lavaque, con quién se casó y tuvo su primer hijo, un crío que germinó en la pista de baile, ya que la vedette recién dejó de concurrir a la disco diez días antes de dar a luz. Es interesante lo que ocurre: los famosos que frecuentan Sunset no brillan por su talento. Son, más bien, personajes en decadencia tratando de exprimir hasta la última gota de su minuto de gloria.
Tamara Paganini sirve como ejemplo. La ex Gran Hermano primera edición se permite dar clases de erotismo a Claudia Ciardone, otra rubia que pasó por la casa de Telefé –y de la casa parece ley, y hay contrato, los participantes saltan a Sunset. Las chicas se hacen mimos, se acarician y calientan a la platea. Después buscan la foto y todos contentos: se garantiza publicación.
"Al principio las chicas que iban a bailar eran terribles. Ahora, como saben que tengo novia, ya no se acercan tanto", opina Damián, rubio Gran Hermano, chocho con la fama y con Sunset. Está encantado de ir todas las noches.
Fernando Maldonado es relacionista público. Sabe de famosos tanto como Adrián Paenza de matemáticas. Si quisiera, si se animara a hablar, podría descubrir el velo que alienta el mito del boliche donde todo sucede, ese templo que parece ser la continuidad de Mau Mau, en los ’70, o del Open Plaza, en los tempranos ’90 (ver recuadro), pero quizás no tan glamoroso. Es una persona agradable y sencilla. Fue el hombre de prensa detrás de Rodrigo en el pico de popularidad del cuartetero en el año 2000 y es el anfitrión de Sunset. Las estrellas que pasan por la disco se rinden a sus pies. Y él pide champagne. Es el encargado de invitar personalmente a cada una de las personas que ingresan al sector vip: el ideólogo de la mayoría de los shows y actuaciones que se brindan cada noche. Sabe cómo mover a la máquina. "Es difícil rechazar una invitación mía –explica-. Yo logré que muchos lleguen a donde están ahora: hace años estoy metido en el medio y muchos han obtenido prensa gratuita gracias a mí. Son varios los que tienen un compromiso conmigo, de todas formas los famosos ganan algo a cambio: saben que si vienen a bailar el viernes, el lunes van a ser noticia de todos los medios. Sino, no se entiende que yo les proponga cosas a las chicas y ellas acepten sin ningún pudor y gratuitamente. Saben que ganan prensa."
-¿Cosas cómo qué?
-Muchas, pero no te puedo decir todo porque se pierde el secreto. Con Nazarena muchas veces ideámos cosas subidas de tono para ver cómo reacciona la prensa.
En Sunset, todas las noches hay una tanda de cinco o seis lentos, como en las viejas épocas. Justamente, bailando lentos, ocurrió que Wanda Nara conoció al futbolista del Barcelona, Maxi López, su actual pareja. Igual que ellos, Tamara Paganini conoció a su novio Santiago, un movilero de pelo enrulado que de tanto ir terminó fagocitado para la locura del lugar. La actriz y vedette Sabrina Rojas encontró ahí a Juan Pablo, un chico ajeno a la farándula que iba desde hace años con su grupo de amigos y cumplió con el sueño del pibe.
Pero si alguien le sacó al jugo a Sunset, esa fue Wanda Nara. Tenía 14 años cuando intentó por primera vez ingresar a la disco y los patovicas no le permitieron entrar por ser menor de edad. Astuta como pocas, entonces cambió de estrategia. Hace tres años se acercó a Maldonado y sucedió el siguiente diálogo:
-¿Vos sos Fernando?
-Sí, ¿vos quién sos?
-Quiero que me ayudes a ser famosa.
-¿Qué sabés hacer?
-Nada.
Luego de esa epifanía, el amo y señor de la noche le presentó a un director de teatro que la hizo incursionar en el ambiente. Ahora, con el salto a la fama más que logrado, Wanda comenta: "¡Me encanta ir a Sunset! Me queda muy cerca de mi casa y sé que cuando voy me encuentro con todo el mundo, es una muy buena forma de hacer sociales, salir en revistas y ver personas que de otra forma no vería con tanta frecuencia. Una de las cosas que más me gusta es que mi mamá se queda re tranquila cuando voy a bailar ahí porque sabe que me cuidan mucho, me ponen un chico de seguridad especialmente para mí."
La disco funciona desde hace 52 años y no todas fueron rosas en su historia. En la década del noventa, Sunset fue escenario de episodios policiales (ver recuadro). Pero ya nadie parece recordarlo. Hoy en día, la seguridad no es un tema menor. El lugar cuenta con seguridad privada, agentes especialmente contratados para cuidar el tránsito de autos que circulan por la zona. Posee además un sistema de sonido en los vidrios que filtra gran parte de la música para que no moleste a los vecinos. Reacaudan miles de pesos cada noche. La entrada general cuesta 25 pesos y el boliche tiene capacidad para 2000 personas. Pero ese precio es para la clientela anónima, que es abundante. Los famosos tiene otro régimen. A los que son invitados los pasa a buscar un remis por la casa y muchos, los que no son bendecidos por la gracia de Maldonado, llegan a pagar para entrar al salón vip.
Un empleado de la disco, que conoce los números, asegura que la mayoría de los famosos que va recibe o recibió dinero en un primer momento por el simple hecho de hacer presencia y bailar un poco. "Acá, nadie te va admitir que a muchas personas se les ofrece dinero por aparecer en algún momento de la noche. La idea es que parezca que todos vienen de onda porque la pasan bien y se divierten", explica. Los participantes de Gran Hermano 4 admitieron que los primeros meses después de haber salido de la casa recibían plata por ir a hacer face (cerca de 300 pesos la noche). "Al principio nos pagaban, ahora ya no", confirma Nadia, la mala del reality.
El último fin de semana, Wanda protagonizó un baile caliente con Carlitos Nair. "Lo que hicimos con Carlitos fue pura casualidad. Yo lo conocí esa misma noche, se acercó Fernando (Maldonado), nos presentó y nos propuso subir al escenario, fue algo del momento que nos daba prensa a los dos, ninguno cobró un peso por bailar, fue de onda.", se atajó Wanda. El espectáculo que brindó la dupla no sorprendió. Es que ver shows eróticos entre los invitados y juegos lésbicos entre las divas es bastante común los viernes a la noche. Fue en Sunset donde Nazarena Velez y Belén Francese realizaron un show erótico que incluyó beso de lengua y fue parada obligada de todos los fotógrafos. Es allí donde
Ximena Capristo, Mariana de Melo y Eva Anderson muestran todo a cambio de muy poco.
Un plantel estable de fotógrafos tiene asignado cubrir la noches de Sunset. Los editores de revistas de espectáculos saben que allí algo puede suceder de un momento a otro. Dicen que Nazarena es la chica de los flashes. "Se mata por aparecer, sabe con lujo de detalle los horarios de fotógrafos y camarógrafos", explica Jorge Amado, que va todos los viernes a captar lo que pase.
Mientras tanto, la cabeza de Maldonado no para. Está pensando que eventos va a realizar en la disco a partir de la salida al aire de Partinando por un sueño: "La clave del éxito es conectarse con la movida del momento, cuando todos hablaban del baile del caño nosotros pusimos caños en varias partes de la disco. Que no te sorprenda que las recepcionistas reciban a los clientes en patines con unos pelucones naranjas, que haya un show sobre ruedas en el escenario o que la vip esté llena de las diosas que participan en el programa. Ahora mismo voy a llamar a todas las chicas de patinando para invitarlas".
- ¿Y si alguna le pide dinero?
- No creo que me pida, pero dependería de cuánta plata pide y quién es la persona.
Hay caja disponible. Sunset supo captar la atención de todos. Es el lugar elegido por excelencia para mirar y ser mirado. Es, sin ninguna duda un sitio para mediáticos donde "vale todo". Luis Vadalá se convirtió en habitué permanente y el inclasificable Nino Dolce entró tan emocionado ese palacio de la diversión que una noche casi muere electrocutado. Pisó un foco que se encontraba en cortocircuito y rcibió una fuerte descarga eléctrica que casi lo noquea. Locura en estado pura. Un descontrol. En Sunset, visto está, todo puede suceder.

*Por Deborah Maniowicz

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