martes, 9 de octubre de 2007

El lenguaje del represor

Ayer fue el turno de las querellas en el juicio al ex capellán de la policía bonaerense Cristian Von Wernich, acusado de 7 homicidios, 32 casos de torturas y 42 privaciones ilegítimas de la libertad, durante la última dictadura militar. Si bien tanto la fiscalía como las querellas pidieron la condena a reclusión perpetua por los cargos que se le adjudicaron al sacerdote, hubo polémica entre las querellas, el juez del tribunal y los fiscales.
Pasadas las 19 se quebró la relativa calma en la que se venía realizando la última etapa del juicio: el fiscal Dulau Dumm se adjudicó el beneficio de la duda para no acusar a Von Wernich por el crimen de María del Carmen Morettini, porque durante el proceso una testigo dijo que le "pareció" haber visto viva a una de las víctimas.
La polémica radicó, como bien lo explicó la querellante Guadalupe Godoy, en el uso por parte de los fiscales del lenguaje del represor. “Decir que los desaparecidos no están ni muertos ni vivos es reafirmar lo que dijo Videla”, criticó. Minutos antes, y en medio del murmullo general ocasionado por la postura de la fiscalía, Enrique Furman, un ex desaparecido, había sido desalojado de la sala por su grito: “Hace 30 años que están desaparecidos, cuánto más tenemos que esperar los sobrevivientes”. Denunció un “planteo perverso”, respecto de las víctimas de la dictadura, porque implica el “infierno de la duda”.
El lenguaje del represor no solo sigue presente en la vida cotidiana, -con la teoría de los dos demonios, el concepto peyorativo de la guerrilla o la famosa y fatídica frase “algo habrán hecho”-, sino en el mismo Estado. La gravedad simbólica es peligrosa, puede tergiversar la realidad histórica.



* Por Nira Dinerstein

No hay comentarios: